La muerte… y nuestro olvido
La muerte es uno de los grandes misterios de nuestra existencia y, a pesar de todo, es de los temas que solemos ignorar como si nunca fuera a alcanzarnos. Actuamos como si ese día estuviera tan lejano que no valiera la pena pensar en él. ¿Y verdaderamente qué tan lejanos nos encontramos? Este pensar, esa ilusión nos ciega y nos hace olvidar nuestra verdadera naturaleza humana. Negar lo inevitable es luchar contra un hecho imposible de cambiar. Por eso debemos mantener presente en nuestra mente y nuestro corazón, que ese momento llegará tarde o temprano.
Esto nos lleva a que la mayoría de las personas persiguen sus metas y sueños olvidando el valor del presente que tienen frente a sus ojos. Nos perdemos lo verdaderamente importante por estar obsesionados con un futuro incierto que en realidad, no podemos controlar. Por tanto al hacerlo, negamos las bendiciones que ya hemos recibido y que estamos viviendo hoy. El vivir únicamente para el mañana es alejarnos de la vida que sucede en el aquí y ahora. Es cierto que la realidad no siempre se ajusta a nuestros deseos o expectativas, pero eso no significa que no podamos transformarla con nuestras actitudes y decisiones.
Debemos aprender a valorar el presente, agradecer incluso los pequeños momentos y reconocer que los desafíos y problemas también son oportunidades para crecer. Las grandes historias no se construyen sólo con victorias; estas nacen de los sacrificios, de las caídas y del valor de levantarnos. En esas pruebas es donde realmente aprendemos y nos fortalecemos para lo que viene.
En conclusión la muerte es lo único completamente seguro que tenemos y justamente por eso debemos tener la valentía de perseguir nuestras metas hoy. El pasado jamás volverá y el futuro es un terreno incierto; lo único real es el presente que tenemos en nuestras manos, hagamos que este momento valga la pena vivirlo. El recordar que un día este camino terminará nos ayuda a distinguir lo esencial de lo irrelevante en nuestra vida. Desaparece el orgullo, el miedo al fracaso, las expectativas ajenas y finalmente sobresale el hoy, lo que hoy podemos superar, lo que hoy podemos lograr, lo que hoy podemos vivir. Como bien decía Steve Jobs “la mayoría de nosotros prefiere ignorar la certeza más incontestable de nuestra vida, pero pensar en nuestro fin inevitable ayuda a poner las cosas en perspectiva”.