Cuando las palabras faltan, la violencia inicia: reflexiones sobre Charlie Kirk
Hace unos días ocurrió el terrible asesinato de Charlie Kirk en el campus de una Universidad en Utah. Este hecho me impactó profundamente y me llevó a replantear muchas de mis ideas en los últimos días. Charlie fue, sin lugar a dudas, un hombre de coherencia, respeto y amor por lo que hacía: debatía ideas con pasión y propósito cuestionando con firmeza los temas que más impacto tienen en nuestra sociedad. Son muchas las enseñanzas que podemos rescatar de su vida y liderazgo.
A pesar de tener solo 31 años, el impacto político, cultural y espiritual que alcanzó en Estados Unidos y en el mundo entero fue impresionante. Los frutos que sembró siguen germinando, incluso con más fuerza tras su muerte, una muerte provocada por el odio y el rencor. Vale recordar que su compromiso esencial, tanto con la sociedad como con Dios, fue siempre debatir y dialogar en busca de la verdad, con honestidad y una genuina convicción en sus principios. De todas las lecciones que dejó su historia, la que más me impactó fue su compromiso con la misión que dio sentido a toda su vida. Charlie sabía que no era el más inteligente, no tenía grandes conexiones en el mundo de la política o los negocios, ni recursos para fundar una organización desde cero. Sin embargo, encontró el coraje y la fuerza para avanzar. Tenía claro que, si quería lograr algo grande y contrarrestar a sus opositores, debía trabajar el doble o incluso el triple que ellos. Esa fue su mayor herramienta: la disciplina y el esfuerzo diario. Aunque carecía de dinero e influencia, supo compensarlo con dedicación constante y un compromiso inquebrantable con su propósito.
Otra lección que destaco es su inquebrantable deseo de buscar la verdad y su coherencia al vivir según sus principios. Charlie tenía una determinación firme: regir su vida de acuerdo con valores que, aunque hoy parecen escasos en nuestra sociedad, lo distinguieron aún más en su forma de ser, en su visión y en la manera de perseguir sus objetivos. Admirable resulta ver cómo, en un mundo deshumanizado y cruel, supo mantenerse fiel a sus convicciones sin dejarse arrastrar por modas pasajeras ni tendencias vacías de propósito.
Por último, quiero resaltar la importancia que Charlie daba al diálogo y al debate genuino de las ideas. Solía decir: “cuando las palabras se acaban, la violencia comienza”. Esta frase caracterizó su vida y adquirió un significado aún más profundo tras su muerte. Hoy vivimos en una sociedad donde pensar distinto parece, para algunos, motivo suficiente para anular al otro, para silenciarlo, incluso arrebatándole su vida. Pero debemos recordar que las ideas se enfrentan con ideas, no con violencia. Las diferencias de opinión son parte fundamental de nuestra propia vida como seres humanos y como sociedad, todos somos diferentes y a su vez cada persona tiene un pensamiento diferente. Pero estas diferencias son las que nutren nuestra vida como sociedad. Silenciar al que piensa distinto nos llevaría a un mundo uniforme, sin diversidad de pensamiento, donde cualquier discrepancia o desacuerdo sería castigado con la deshumanización y la muerte.
“Un cínico es aquel que conoce el precio de todo y el valor de nada.” —Oscar Wilde
Para concluir, quiero recomendarles dos podcasts que tuve la oportunidad de escuchar esta semana y que me gustaría compartir con ustedes, aquí les dejo el link de ambos: Podcast de Julian Hoyos “La grandiosa vida de Charlie Kirk” https://www.youtube.com/watch?v=gM-aWn8RzQs&t=5s y Podcast de The ice Coffee Hour “An Unfiltered Conversation With Charlie Kirk | Fake News, Corruption, & Greed” https://www.youtube.com/watch?v=S7QLJSSry8Y